Estar
rodeado de un clima agradable acentúa la felicidad, nuestro bienestar y el
estado de ánimo.
Además del
lugar, lo más importante son las personas que elegimos, las actitudes que tienen y tenemos, el sentimiento que nos produce y producimos, el crear un buen rollo.
Un lugar donde no
existen juegos de ego, ni miedos, donde hay compresión, aceptación, donde se
coopera en lugar de competir, donde todos ganamos sin hacer perder al otro.
Donde se hace lo que se siente, donde hay pureza, se fluye, donde cada día es una
página en blanco, con olor a nuevo, con aire fresco, sin rencores. Donde la
sencillez y el orden son continuos, donde a pesar de haber aventuras y pasión
hay una seguridad, una paz que te hace sentir bien, con confianza. Con lealtad
de saber que si caes están para levantarte y si no puedes se duermen contigo.
Donde el
amor se respira en el aire, donde hay libertad y aceptación, pero el respeto
prima sin pasar al libertinaje.
Donde hay
alas para volar y un nido donde refugiarse.
Los vínculos
agradables suman felicidad a nuestras vidas, son difíciles de encontrar, a veces
nos pegamos la vida buscándolos, cuando en realidad lo que tenemos que hacer es
crearlos. Crear entorno y vínculos agradables hace la vida mucho más fácil,
sencilla, plena y feliz.
Crea eso que buscas y encontraras en otros lo que sale de ti. Cuida esos momentos felices, cuidar implica proteger. Regar cada día la flor en lugar de cortarla. Darle agua, luz y sol...
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